viernes, 7 de diciembre de 2012

Sticky toffee pudding



¿Aceptamos dátil como fruto del bosque? Depende del bosque...

Bromas aparte, los dátiles son un ingrediente clave en un postre clásico británico, el sticky toffee pudding, y, como en la Casa Castillo no dejaban de reclamarlo incesantemente desde hace semanas, aproveché el festivo para ponerme a ello.

Básicamente, el sticky toffee pudding consiste en un bizcocho, grande o varios individuales, con dátiles (hay también alguna versión con ciruelas pasas) que se recubre con una salsa de toffee caliente en el momento de servir. Como pasa con muchos clásicos, sus orígenes son mucho más próximos en el tiempo. Su popularización es bastante reciente y la receta como tal no empieza a aparecer hasta el comienzo de la segunda mitad del siglo pasado, aunque sí es cierto que los dátiles ya eran conocidos de antiguo y se usaban en preparaciones dulces: vuelvo a mi Mrs Beeton y encuentro una receta para un Date pudding, con dátiles, sebo y harina. Pero lo de salsearlo con toffee no se le debió de ocurrir a nadie hasta hace unos decenios. De forma inevitable, hay establecimientos ingleses que se arrogan la autoría y como argumento esgrimen que lo llevan preparando desde 1967, por ejemplo. Eso en Lancashire, pero después viene alguien de Yorkshire y contraataca diciendo que en su condado ya se hacía en 1901...

Aunque hay muchas recetas y variantes, esta vez seguí la de Gregg Wallace, uno de los presentadores y jueces del exitoso concurso de la BBC Masterchef. El bueno de Gregg no es cocinero ni ha escrito recetarios, sino que tiene una empresa que suministra alimentos a restaurantes y por ello se le presenta como "ingredient expert". Sus expresiones faciales y comentarios son de lo más divertido del programa y algunas de ellas han hecho fortuna, especialmente entre imitadores cómicos, como su "lo-ve-ly!" o su juicio después de probar un postre (su debilidad): "Si esto fuese una piscina me tiraba ahora mismo". Nos hemos reído mucho con Gregg, sí. Pero su receta no está nada mal, aunque el tiempo de horno que especifica no llega en absoluto. (También vale la pena echarle un vistazo a la de Simon Hopkinson).

A grandes rasgos: deshuesamos 75 gramos de dátiles y los cocemos con un poco de agua hasta que tengan la consistencia de un puré; podemos ayudarnos con un tenedor o un prensador. Mientras, batimos bien 75 gramos de mantequilla y 50 de azúcar, a lo que añadiremos los dátiles, dos huevos batidos y 140 gramos de harina con levadura, reforzada con una cucharadita de Royal. Vertemos la mezcla en moldes engrasados, que colocamos en una bandeja con agua caliente, cubiertos por papel aluminio, y al horno a 180 grados durante 25 minutos; eso dice Gregg, pero en mi experiencia al menos 40/45 hacen falta para que la masa se haga completamente. Ahora solo queda preparar la salsa de toffee: 75 mililitros de nata para montar con 75 gramos de mantequilla y 50 de azúcar en un cazo. Llevamos a ebullición y después de unos cinco minutos añadimos otro tanto de nata, hasta que adquiera ese color de toffee y una textura untuosa. Desmoldamos, salseamos y servimos.

El resultado es bizcocho esponjoso pero con cierta densidad de los dátiles, cuyos tropezones también le dan un toque interesante. Y la salsa de toffee: siempre me arrepiento de no haber hecho más cantidad, porque nunca parece suficiente. Esta vez quedó algo pálida de color, porque por error eché más mantequilla y menos nata de la que debía, pero, vamos, no quedó ni miga. Lo-ve-ly!

1 comentario:

  1. Es uno de mis favoritos: calentito, jugoso, con esa maravillosa salsa de toffee... Lovely, lovely como pocos!

    ResponderEliminar