domingo, 17 de febrero de 2013

Pavlova de frutos rojos

 
En la última entrada surgió en los comentarios el parecido que guardan entre sí dos postres clásicos de Escocia e Inglaterra, respectivamente, el Cranachan y el Eton Mess. Este último podría emparentarse también con otro sospechoso habitual de la sobremesa británica, el trifle, ya que ambos parecen recetas de aprovechamiento de preparaciones anteriores. En el caso del Eton Mess se dice su origen se debió a un accidente que sufrió una pavlova, así que ya que hemos mencionado a su derivado, no parece estar de más traer a colación el postre original, cuya receta también incluimos en el libro.

Como otras recetas bautizadas con el nombre de alguien famoso -la tortilla Arnold Bennett sería otro ejemplo británico-, se dice que la pavlova se cocinó en honor a la bailarina rusa de este apellido, durante una gira por Nueva Zelanda en 1926. Esto nos propone un juego parecido al del huevo y la gallina, porque hay quien afirma que el Eton Mess ya se conocía por este nombre en el siglo XIX y, por tanto, sería anterior a la pavlova de la que parece que se originó. Sea como sea, la leyenda está firmemente establecida y el hecho de que tanto una receta como otra compartan casi idénticamente los ingredientes también hace bastante para afianzarla.

La pavlova es, además, uno de esos postres cuyos resultados son especialmente satisfactorios por el poco trabajo que ofrecen y lo bien que queda. En el fondo no es más que una base de merengue, que habremos horneado para que quede crujiente por fuera y algo cremosa en el interior, sobre la que colocamos la fruta de nuestra elección, acompañada por nata montada o un coulis de la propia fruta. Sobra decir que los frutos rojos se prestan de maravilla a la receta.

2 comentarios:

  1. Me encanta tu blog. Te he dejado un par de premios en el mio. Besitos desde www.poemeshopcupcakes.com

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